Una pequeña almohadilla de adorno, de esas que se hacen con ideas de aquí y de allá. Encajes antiguos que compré en un precioso pueblo de la costa francesa llamado Villefranche-sur-Mer, botones de nácar rescatados de prendas de las canastillas de mis hijos.
Todo ello empaquetado en lino teñido de color marrón, algodón adamascado y rodeado de un cordón de seda beige.